Convento de San Juan de la Cruz (Frailes Camelitas Descalzos) - Segovia

Ni hecho adrede, tras el paseo por las murallas, la bajada de la “cueva de la zorra” y la pradera de San Marcos. Antes de llegar al Santuario de la Fuencisla, nos llama la atención una construcción bien conservada, en la curva y en una explanada y sombra de castaños. Nos acercamos con curiosidad, subimos la escaleras y nos encontramos ante el Convento de San Juan de la Cruz. En su interior el sepulcro suntuoso y sus huertos en el exterior. Se respira paz.

El convento de san Juan de la Cruz está ubicado en las inmediaciones del Santuario de la Virgen de la Fuencisla, en la ribera del río Eresma.
Actualmente, el convento está habitado por una congregación de monjes de la Orden de los Carmelitas Descalzos.
Desde la zona de la carretera se accede a la iglesia a través de una gran escalinata de piedra.
Se trata de un edificio construido entre los siglos XVI y XVII en estilo barroco carmelitano, con una fachada muy sobria y sencilla en la que destaca, únicamente, la imagen de la Virgen con el niño en brazos. Fue fundado por san Juan de la Cruz en 1586, sobre un monasterio anterior de la orden de los Trinitarios.
La iglesia tiene una única nave con capillas laterales. Nada más entrar al interior vemos el altar mayor, con un moderno retablo de finales del siglo XX, compuesto por nueve cuadros inspirados en la obra poética de san Juan de La Cruz.
En la capilla que se encuentra a la izquierda de este retablo está el sepulcro de san Juan de la Cruz, quizá lo más destacable de la iglesia.
Se trata de un impresionante sepulcro realizado a principios del siglo XX en el bicentenario de su canonización. Está realizado en mármol y bronce y fue costeado por suscripción popular.
El conjunto artístico del sepulcro lo compone un gran cuerpo marmóreo superpuesto sobre un altar y sostenido por cuatro columnas de mármol rosado. Sobre esta enorme pieza de mármol hay dos figuras de mujeres con niños que flanquean la urna en la que descansan los restos de san Juan de la Cruz.
Todo el conjunto transmite una sensación de grandeza y lujo que contrasta enormemente con la vida sencilla que tuvo san Juan de la Cruz.
En esta misma capilla hay en el suelo una tumba vacía, cubierta con un cristal, en donde estuvo depositado el cuerpo incorrupto del santo hasta su beatificación, casi cien años después de su muerte.
Junto a la entrada y cerca del presbiterio hay una vitrina con facsímiles, el arca que albergó el cuerpo del santo y una máscara del rostro de san Juan de la Cruz.
La entrada a la iglesia es libre y se da, únicamente, la voluntad para la conservación de la iglesia y el convento.
Se puede llegar al convento en coche, ya que hay una zona de aparcamiento muy cerca. También se puede ir caminando, bajando por unas escaleras que salen cerca del Alcázar (unos 15 minutos andando).
Enfrente del convento se encuentra la pradera de san Marcos. Desde aquí se tienen unas vistas preciosas del palacio del Alcázar.
Al margen de la motivación religiosa de cada uno, recomiendo no dejar pasar por alto la visita aunque solo sea por la importancia de san Juan de la Cruz como figura literaria e histórica.
Un lugar muy tranquilo y en el que se respira mucha paz.

No lo tenía en mi lista para visitar pero entramos (es gratuito) y llevamos una gran impresión al ver como era el sepulcro de San Juan de la Cruz, el altar es demasiado moderno y también se puede ver el cuadro del Cristo que habló al Santo, también cuenta con una tienda donde comprar alguna cosa religiosa.