Iglesia de Santa Eulalia de La Mata - Santu Dolfu

Iglesia de Santa Olaya de Santu Dolfu de La Mata (s. XI), en Entelaiglesia (La Mata, Grau, Asturies). Iglesia factura original románica -documentada en 1086-, muy modificada en su estructura externa. Nave única y cabecera recta -con bóveda apuntada-, con pórtico perimetral -semicerrado al frente-, por dos de sus lados, al exterior, del s. XVIII. Conserva varios canecillos románicos y una portada interior (que fue en origen la puerta principal) -con varias arquivoltas y dos columnas entre codillos, una con la imagen de un hombre y la otra de una mujer, ambos desnudos y con el sexo muy destacado- que da acceso a una sala paralela a la nave, cubierta con bóveda apuntada y otra estancia al final -datadas en los ss. XIII-XIV-. Espadaña de dos pisos y tres arcos. Sepulcro de piedra conservado en su interior, sin más decoración que unos sogueados muy arcaizantes, y que pese a que carece de inscripción se ha atribuido al obispo Dolfo. Según la tradición, el obispo Dolfo, obispo de Iria Flavia (Santiago de Compostela), tras pasar el alto del Fresno llegó a La Mata y le entusiasmo tanto la situación del templo que decidió que ahí sería enterrado cuando falleciese. Al día siguiente, se dirigió a Uviéu a ofrecer un sacrificio en la catedral de San Salvador, y después se dirigió al Real Palacio, donde el Rey -dicen que Vermudo II de Lleón (985-999), lo que no se sostiene porque no había obispo de tal nombre en Iria durante su reinado; si fueran los obispos Ataúlfo I (847-851) o Ataúlfo II (851-67), los reyes serían Ramiro I (842-850), Ordoño I (850-866) o Alfonso III (866-910); por lo cual el único momento en que tenemos a un rey llamado "Vermudo" y un obispo llamado "Dolfo" es reinando Vermudo I d'Asturies 'el Diácono' (789-791), llamándose Quendulfo I el obispo de Iria Flavia, siendo seguramente a éste a quien se refiere la leyenda- que le esperaba, mandó soltar un toro bravísimo para que embistiera al Obispo -que había sido acusado-, pero de repente, el toro se paró frente a él y bajo dócilmente sus astas, entregándoselas en la mano -juicio de Dios favorable al santo-. Con admiración, los presentes le pidieron perdon al Obispo Dulfo, y como muestra del prodigio y el triunfo de la inocencia sobre la calumnia, las astas del toro permacieron colgadas en la iglesia-catedral de Uviéu durante largo tiempo.

Gente espectacular y un excelentísimo alcalde. Digno de ver y más en sus fiestas patronales.

Tranquilo. Situado junta una carretera y sitio para aparcar.